Cuando empezó la revuelta árabe en Marruecos, en febrero 2011, el Majzén marroquí no sabía cómo contener la movida. Multiplico las maniobras y las conspiraciones contra los jóvenes del Movimiento del 20 de Febrero. El Movimiento iba a llamarse, en realidad, Movimiento del 27 de Febrero, porque fue la feche de la primera cita que se dieron los jóvenes para manifestarse fue el 27 de febrero.
Los servicios de seguridad enseguida vincularon esta fecha con el aniversario de la proclamación de la RASD. La propaganda del Majzén dijo que se trata de una maniobra del Polisario para desestabilizar a Marruecos. Ante esta grosera mentira de los servicios secretos marroquíes, los jóvenes se vieron obligados a adelantar la fecha de una semana. Así establecieron que saldrían a la calle el día 20 de febrero del 2011.
El Majzén buscó y rebuscó la manera de disuadir a los jóvenes para que no respondan al llamamiento del 20 de febrero. Entonces pensó que una revuelta en territorio saharaui les pararía. De repente, un grupo de jóvenes de saharauis son agredidos en un estadio de futbol por marroquíes, coches quemados, casas desvalijadadas y las tranquilas familias de Dajla fueron sacudidas de una manera sin precedentes. La policía andaba detrás de los colonos protegiéndolos durante sus agresiones contra los saharauis.
Pero si en Dajla nunca hubo ningún acto de rebelión contra la ocupación? Las interrogantes planeaban en el aire sobre este incidente inédito.
“Los marroquíes provocaron una revuelta en un desesperado intento de frenar la Primavera Marroquí”, me dice un amigo. Sin duda alguna, es la única explicación plausible.
Un refrán saharaui dice que “el que no se consola es un demonio y el que no se enfada es un burro”. Porque el burro, a pesar del palo que recibe nunca se enfada ni deja de obedecer a su amo. Los marroquíes tratan a los habitantes de Dajla como burros. A pesar de que nunca movieron un dedo por la Intifada, encima son apaleados gratuitamente con el fin de contener las manifestaciones de la Primavera Marroqui.
Mamuni Bacar estaba indignado por lo que paso. Y con razón! La gente de Dajla, no solo son humillados con las visitas del Rey cuando quiere mostrar su descontento, sino que los marroquíes se atreven a provocarlos como quieren sin ningún temor.
Y la historia se repite hoy. Acorralado por la ONU, Mohammed VI va a su destinación fija : Dajla. Ahí, sabe que no tiene nada que temer. Qué vergüenza para los habitantes de esta ciudad!
Visited 1 times, 1 visit(s) today
Be the first to comment