Presentando una denuncia contra el jefe del contra-espionaje marroquí por actos de tortura, la Asociación de Cristianos por la Abolición de la Tortura (ACAT) provocó la furia de las autoridades marroquíes. Y metió en apuros del Estado francés.
Un hecho raro en el historial de las relaciones franco-marroquíes generalmente caracterizadas por un entendimiento y una complicidad tal que llevó Paris hasta los extremos de la indecencia. Como cuando opuso su veto a la extensión del mandato de la MINURSO a los derechos humanos en el Sahara Occidental. Una armonía en las relaciones que sólo un acontecimiento grave puede perturbar. Como la visita de siete policías franceses a la mansión del embajador marroquí en Paris. Y no era precisamente una visita de cortesía, sino que venían con una convocación de parte de un juez de instrucción para el patrón de los servicios de contra-espionaje marroquí Abdellatif Hammouchi, que en estos días se encontraba en Francia por motivos de trabajo.
Una de las denuncias presentadas por el abogado Jose Breham se refiere a Naama Asfari, militante de los derechos humanos que fue torturado y condenado a 30 años de cárcel a raíz de los acontecimientos de Gdeim Izik.
Sería este el detalle lo que más molesta a las autoridades marroquíes dada su relación con la campaña internacional llevada a cabo para ampliar las competencias de la MINURSO a los derechos humanos? Probablemente sí.
En la antigua colonia española del Sahara, Marruecos sigue cometiendo las peores atrocidades contra la población civil saharaui gracias al apoyo de Francia que sigue bloqueando en el Consejo de Seguridad impidiendo que la MINURSO (Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum en el Sahara Occidental) tenga en su mandato la orden de vigilar los derechos humanos en el Sahara Occidental.
En Abril se reúne el Consejo de Seguridad para debatir sobre la cuestión del Sahara Occidental. Tu firma puede ayudar a acabar con las violaciones de derechos humanos en el Sahara Occidental.
Firma, por favor, esta petición