Persisten maltratos en operativos en la frontera entre Marruecos y España, a pesar de reformas en Rabat
Miembros de las fuerzas de seguridad españolas también aplican la fuerza excesiva cuando expulsan en forma sumaria a migrantes de Melilla, comprobó Human Rights Watch.España debería detener todas las deportaciones sumarias hacia Marruecos en la frontera con Melilla y suspender el retorno forzado a Marruecos de migrantes que lleguen a Melilla, hasta tanto Marruecos demuestre que estas personas ya no corren riesgo de sufrir golpizas y otros abusos al regresar, y que sus derechos son garantizados.
El informe de Human Rights Watch se elaboró sobre la base de entrevistas mantenidas con 67 migrantes subsaharianos en las ciudades de Oujda y Nador y en zonas próximas, durante noviembre y diciembre de 2012. Human Rights Watch también entrevistó a funcionarios, agencias internacionales y organizaciones no gubernamentales, e incluyó en el informe las respuestas ofrecidas por el gobierno a una serie de preguntas enviadas por escrito. En enero y febrero de 2014, Human Rights Watch entrevistó a otros 14 migrantes en Nador, Oujda y Rabat.
Cada uno de los migrantes entrevistados que había logrado regresar a Oujda o Nador describió expulsiones que se llevaron a cabo sin tener en cuenta requisitos básicos de debido proceso.
El gobierno español debería poner fin al retorno sumario a Marruecos de los migrantes que ingresan a Melilla. La legislación española exige a las fuerzas de seguridad y fronterizas cumplir los procedimientos de deportación al expulsar a migrantes que ingresan a España ilegalmente. Estas expulsiones también contravienen la normativa internacional y de la Unión Europea (UE), que prohíbe a los países enviar a las personas forzadamente de regreso a territorios donde estarían expuestas a un riesgo genuino de trato inhumano o degradante. Las autoridades españolas deberían además asegurar una investigación diligente de los señalamientos sobre el uso excesivo de la fuerza por sus propios agentes del orden y presionar a Marruecos para que renuncie al uso de la fuerza injustificada contra migrantes.
“Aparentemente, Marruecos ya no abandona a migrantes en la frontera con Argelia, pero eso no es suficiente”, aseveró Frelick. “Marruecos debe establecer procedimientos rigurosos que garanticen el respeto de los derechos de debido proceso de los migrantes y les permitan solicitar asilo”.
Para conocer detalles de las entrevistas efectuadas en enero de 2014, ver a continuación.
Información adicional tomada de entrevistas llevadas a cabo en 2014Dos investigadores de Human Rights Watch realizaron entrevistas individuales a nueve migrantes en Gourougou y Nador, y a cinco en Rabat. Todos los entrevistados eran hombres; diez de ellos de Camerún, dos de Mali y dos de Gabón. Los nombres de los migrantes han sido modificados para su seguridad.
En entrevistas mantenidas con Human Rights Watch en Nador el 29 y 30 de enero, y en Rabat el 3 de febrero, los migrantes indicaron que las fuerzas de seguridad a menudo realizaban redadas en los campamentos donde residían en Gourougou, una zona montañosa en las afueras de Nador, que mira hacia Melilla, y durante estos operativos destruían e incendiaban sus pertenencias y refugios improvisados.
Nador es un punto de acceso para numerosos migrantes que aspiran a llegar a Melilla, y que intentan el cruce ya sea con botes inflables o trepando el vallado que rodea este territorio, a veces en grupos de varios cientos por vez. Varios migrantes que lograron ingresar a Melilla indicaron que, en su mayoría, fueron expulsados en forma sumaria por la Guardia Civil española y entregados a patrullas marroquíes en la frontera. Señalaron que las autoridades marroquíes a menudo propinan golpizas a quienes cruzan la frontera, incluidos menores bajo su custodia que no muestran resistencia ni intentan huir.
La frontera con Melilla
Cinco migrantes entrevistados por Human Rights Watch en Rabat señalaron que, al intentar escalar el vallado perimetral de Melilla en las primeras horas del 2 de febrero, miembros de la Guardia Civil española y las Fuerzas Auxiliares de Marruecos respondieron con un uso excesivo de la fuerza contra ellos.
Joseph, un hombre de 31 años de Camerún, que presentaba cojera y un ojo hinchado, contó:
Nos aproximamos al vallado para cruzar a Melilla e intentamos entrar. Algunos logramos ingresar a Melilla, pero la Guardia Civil nos detuvo. Nos golpearon con porras. La fuerte golpiza duró entre 5 y 10 minutos. Nos esposaron [con precintos plásticos], y luego abrieron el portón del vallado y nos entregaron a las Fuerzas Auxiliares [marroquíes
].
Luego las Fuerzas Auxiliares nos golpearon con bastones. Mientras nos golpeaban, también nos palparon. Me robaron 250 dírhams [US$ 30] y mi teléfono celular. Nos obligaron a recostarnos boca abajo en el suelo, sin quitarnos las esposas. Permanecimos en el suelo durante una hora mientras nos golpeaban. Me golpearon con un palo en el ojo. Solamente se detuvieron cuando llegaron algunos superiores.
Llegamos a la valla y comenzaron a sonar las sirenas… Pude ver a mis amigos al otro lado [de Melilla]. La Guardia Civil golpeó a mis amigos con palos grandes. No porras policiales, sino palos. Te golpean hasta que te desmayas… yo retrocedí al lado marroquí. Cuando volví, [las Fuerzas Auxiliares marroquíes] me golpearon. Me sujetaron las manos, y luego me obligaron a permanecer boca abajo en el suelo. Me palparon y me quitaron el dinero que llevaba, mi teléfono e incluso los zapatos.
En la noche del 24 de diciembre [de 2013], 15 de nosotros intentamos avanzar hacia la valla. Cuando nos estábamos acercando, las Alit [Fuerzas Auxiliares marroquíes] nos vieron y comenzaron a arrojarnos piedras y palos. Fuimos interceptados por nueve Alits; me llevaron a un rincón apartado y, junto a otros migrantes, nos golpearon durante 30 ó 40 minutos, y luego nos llevaron a la comisaría. Yo logré que me trasladaran a un hospital. Recibí atención médica por las lesiones y regresé al día siguiente a Gourougou, con ayuda de varias ONG.
Todos fuimos interceptados y arrestados en el primer vallado. Mis pies sangraban debido los cortes provocados por el alambre de púas, y las fuerzas auxiliares me detuvieron. Me sujetaron las manos por la espalda con una cuerda y me dieron golpes en todo el cuerpo con sus porras. Algunos me saltaban en la espalda para que no me diera vuelta. A las 8 a.m., nos llevaron en un vehículo hasta la dependencia policial en Nador. No nos pidieron que mostráramos nuestros documentos. Simplemente nos preguntaron, como siempre, nuestro nombre y nacionalidad. Se negaron a trasladarme a un hospital, a pesar de que estaba sangrando. Durante la noche, nos llevaron en un autobús a la estación de autobuses de Rabat.
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