Hace tiempo que se dice que, al igual que hay disputas bélicas por fuentes de energía, las guerras del futuro serán por el agua dulce, el recurso más vital para la humanidad y cada vez más escaso. Pero ahora surge con fuerza otro factor que desatará conflictos, o que ya los desata: el fósforo, un elemento químico esencial para que crezcan las plantas y, por tanto, indispensable para asegurar la alimentación futura.
En realidad ya ha habido graves problemas internacionales a causa del fósforo y los yacimientos de fosfatos. La principal riqueza del Sáhara Occidental son las minas de Fos Bu Craa y España entregó prácticamente este territorio colonial a Marruecos sin defender suficientemente los derechos de los saharahuis, sus legítimos dueños, que tienen que sobrevivir en la pobreza gracias a la ayuda internacional que les llega a los campamentos de refugiados en el desierto argelino.
El regalo del Sáhara
Si el Sahara fuera independiente y hubiera habido una inteligente descolonización, los saharahuis disfrutarían de una riqueza natural que les corresponde y probablemente también se beneficiarían las empresas españolas que trabajaron en el desarrollo de aquellos yacimientos y los agricultores españoles, que ahora tienen que pagar bien caro un fertilizante cada vez más escaso.
Porque el problema sobre el que vienen alertando investigadores estriba en que el fósforo escasea y va a escasear más. Los yacimientos se agotan mientras que las necesidades crecen, porque aumenta la población mundial y crecen las necesidades alimentarias. De manera que se necesita aumentar la producción de comida y eso exige complicados equilibrios con las materias primas necesarias.
A cualquier agricultor le resultan de sobra familiares las siglas NPK. Representan la nomenclatura técnica para definir la composición de los nutrientes principales que hay que aportar a los cultivos: nitrógeno (N), fósforo (P) y potasio (K). Las plantas también necesitan para desarrollarse carbono (que cogen del CO2 atmosférico) y oxígeno, así como calcio, que en muchos casos abunda en el suelo, y otros elementos en menor cantidad, como hierro, magnesio, azufre, cinc, manganeso…
Nuevas investigaciones
Por las cantidades que se necesitan y por su origen, los que plantean más problemas en estos momentos son el fósforo y el potasio, ya que provienen de minas. Cualquier formulación posterior necesita la materia prima de rocas fosfatadas o potásicas, y en ambos casos se plantean crecientes problemas de disponibilidad, pero mucho más acusados en cuanto al fósforo. El nitrógeno, en cambio, plantea problemas contrarios: hay excesiva contaminación por nitratos en las aguas subterráneas. El nitrógeno es el principal componente de la atmósfera, por lo que parece inagotable, muchas plantas (leguminosas) tienen la virtud de capturarlo y fijarlo en el suelo y además su obtención industrial es relativamente económica a partir del petróleo y el gas natural.
Sin embargo, con el fósforo, las cosas están poniéndose tan complicadas que se multiplican los estudios en busca de soluciones y la propia Unión Europea impulsa una investigación multinacional en la que participan científicos españoles junto a los de Francia, Austria y Bélgica.
El proyecto europeo se denomina ‘Imbalance-P’ y está liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Su propósito es analizar las implicaciones mundiales que puede tener la escasez de fósforo, valorando qué impactos está produciendo ya el desequilibrio entre las proporciones de fósforo, carbono y nitrógeno que sufren los diferentes ecosistemas del planeta, porque se sabe que, debido a la carestía de este nutriente, en muchos cultivos de todo el planeta ya hace tiempo que se viene recortando su aplicación en las labores de abonado, por lo que es normal que se aprecien ya deficiencias en los rendimientos.
Durante los próximos seis años, los investigadores tratarán de cuantificar y entender cómo responderá la vida en general, la sociedad y los ecosistemas a la escasez de fósforo, así como al desequilibrio que ya se está sufriendo. El fósforo está presente en la estructura del ADN, la membrana de las células y los huesos y, desgraciadamente, no se conoce ninguna forma de sintetizarlo artificialmente. Sólo cabría reutilizarlo más de los propios excrementos humanos.
Un macroexperimento
El equipo de ‘Imbalance-P’ realizará experiencias prácticas en todas las zonas y cultivos del mundo pero tendrá especial relevancia un macroexperimento en la selva tropical de la Guayana Francesa, donde se estudiarán cómo afectan los desequilibrios entre las proporciones de nitrógeno y fósforo en la diversidad biológica, el clima y la agricultura. Los investigadores también analizarán los efectos de la actual y futura escasez de fósforo sobre la seguridad alimentaria, ayudarán a diseñar escenarios de futuro para producir alimentos en condiciones donde el fósforo sea limitado y propondrán acciones de política que velen por una gestión sostenible.
Lasprovincias.es, 14/01/2014
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