Es casi algo normal ver en las relaciones internacionales el estallido de conflictos y tensiones entre los países vecinos, y cuando se trata de dos vecinos con una Historia común muy enfrentada y desacuerdos en temas territoriales, sociales y económicos como es el caso de España y Marruecos, pues estas tensiones adquieren dimensiones siempre preocupantes.
Sin embargo, el 2013 quizás va a ser recordado como el año marcado por unas relaciones hispano-marroquíes tranquilas debido a la ausencia total de conflictos e incluso acerca de temas sensibles. Y todo esto era posible gracias a un acuerdo tácito y otros factores.
No se puede hablar de una mejora sustancial de las relaciones bilaterales sino de una tranquilidad que precvalece en estas relaciones porque las autoridades de ambos países han preferido silenciar y congelar los dossiers sensibles y conflictivos.
En este marco, la crisis económica y otros desafíos han desempeñado un papel relevante en este sentido. El gobierno español dedica casi todo el esfuerzo para superar grave crisis económica por una parte, y encontrar una solución al desafío nacionalista catalán planteado por el referéndum de Arturo Más por otra parte. En consecuencia, la agenda exterior es secundaria, incluso las visitas de los ministros españoles a Marruecos.
En suma, la tranquilidad en las relaciones bilaterales se debe en cierta medida a un acuerdo no declarado. Marruecos ha optado por el silencio total en el tema de Ceuta y Melilla, incluso no se mueve cuando España plantea el asunto de Gibraltar con Gran Bretaña. El propio rey Mohamed VI ya no menciona en la actualidad la reivindicación de ambas ciudades en los discursos que dirige al pueblo.
A cambio de este silencio, España se inclina relativamente por la tesis marroquí en el conflicto del Sahara Occidental. En este marco, España rechazó la propuesta de Washington de otorgar a las fuerzas de la ONU en el Sahara MINURSO el derecho de vigilar los derechos humanos. Con su gesto y junto a la postura de Rusia, España salvó la diplomacia marroquí de un duro golpe si hubiera adoptado el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas la propuesta estadounidense.
Al mismo tiempo, las relaciones bilaterales no se vieron salpicadas cuando estalló el escándalo del indulto del monarca marroquí al pederasta español Daniel Galván a principios de agosto pasado. A pesar de que se trataba de un asunto muy espinoso ante la opinión pública y que causó estupor, fue abordado con inteligencia en el sentido de no dejarlo escapar del control diplomático. España detuvo al pederasta al llegar a su territorio poniendo fin a este escándalo.
Con la misma inteligencia, Madrid y Rabat están abordando el asunto de la muerte de dos jóvenes de Melilla en el mar por disparos de la Marina Real Marroquí cerca de Nador. Madrid está siendo presionada por la opinión pública, pero no presiona por su parte a Rabat.
Quizás uno de los aspectos más notables de este entendimiento durante el 2013 en las relaciones bilaterales ha sido la cooperación ejemplar en el tema de la inmigración ilegal. Ya no es un tema de tensión e intercambio de acusaciones sino un tema de cooperación absoluta.
Los reyes de Marruecos y España, Mohamed VI y Juan Carlos también desempeñaron un papel activo en dotar las relaciones de una tranquilidad durante el 2013 sobre todo después de la cumbre que mantuvieron en Rabat en julio de 2013.
sin embargo, no se puede hablar de un avance sustancial en las relaciones bilaterales sino de una fase de tranquilidad porque los asuntos sensibles que generan tensión siguen sin ser solucionados y como siempre podrían estallar en cualquier momento.
Alifpost, 02/01/2014