Ignacio Cembrero
Orilla Sur, 24/06/2012
Los gobiernos del Partido Popular siempre han sido más cautos, a la hora de pronunciarse sobre el Sáhara Occidental, que los del PSOE que a partir de 2007 manifestaron veladamente sus simpatías hacia la oferta de Marruecos de conceder una autonomía a esa antigua colonia española que renunciaría así a la independencia.
En su primer viaje a Rabat, el miércoles pasado, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, quebró esa prudencia. Criticó abiertamente al diplomático estadounidense Christopher Ross, enviado personal del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, para el Sáhara desde 2009.
“Sería bueno que avanzase en el dosier más rápido y se centrase en los temas centrales de ese dosier en vez de perderse en temas accesorios”, declaró García-Margallo en una rueda de prensa con su homólogo marroquí Saaedin el Othmani. El ministro español aludía a que el mediador Ross ha convocado reuniones informales entre delegaciones de Marruecos y del Frente Polisario e intentó prioritariamente que ambas partes apliquen medidas de confianza antes de entrar de lleno en la negociación.
Las autoridades de Marruecos retiraron el 17 de mayo su confianza a Rossporque su posición sobre el conflicto era “tendenciosa”. Les reprocharon, entre otras cosas, no haber puesto en marcha una negociación formal, un argumento compartido por García-Margallo en Rabat. De ahí que la prensa marroquí alabase sus palabras.
En realidad, los marroquíes estaban más bien descontento con Rosss, según fuentes diplomáticas europeas, por su proyectada visita al Sáhara y último informe, elevado en abril a Ban Ki-moon, en el que acusaba a Marruecos de haber espiado a la Minurso (contingente de la ONU en el Sáhara) y de poner trabas al buen desarrollo de su misión. La iniciativa marroquí invalida definitivamente a Ross como mediador.
Cuando Rabat le retiró su confianza hubo múltiples e inmediatas reacciones al margen de las consabidas soflamas de Argelia y del Polisario. Ban Ki-moon le reiteró varias veces su total apoyo –la última el 22 de junio- así como EE UU, su patria. Francia, por su parte, se limitó a “tomar nota” de la decisión marroquí sin arremeter contra Ross ni dar la razón a Marruecos. García-Margallo sí se la dio, al menos parcialmente, el 20 de junio.
Ha transcurrido más de un mes desde que se produjo la repudiación de Ross por Rabat hasta que, por fin, la diplomacia española ha reaccionado. Es verdad que el 23 de mayo el secretario de Estado de Asuntos Exteriores, Gonzalo de Benito, respondió en Nueva York a algunas preguntas sobre la repulsa a Ross, pero fue tan confuso que no se sabe lo que piensa.
Ante los corresponsales de prensa españoles dio muestras, hablando castellano, de respaldar tibiamente a Ross, pero ante los marroquíes, a los que se dirigió en francés, el mediador de la ONU ya no contaba con su apoyo. El relato de las dos intervenciones de De Benito hecho por la web informativa estadounidense Inner City Press es entretenido.
Cuando, en enero pasado, el presidente Mariano Rajoy viajó, por primera vez, a Rabat, reiteró sobre el Sáhara la tan socorrida frase: “Nosotros estamos con lo que diga la ONU”. Su secretario general, Ban Ki-moon, dice y repite que tiene plena confianza en Ross, pero García-Margallo cree que Marruecos tiene al menos una razón para desconfiar de él como mediador.
Orilla Sur, 24/06/2012